A Pablo le organizamos su fiesta en septiembre, después de casi un mes posponiendo la sesión per diferentes motivos. Costó encontrar el día pero valió la pena ya que, como le dije a sus padres, es el niño que más emoción ha puesto en su sesión de un año. Ya estaba acostumbrada a que los niños hiciesen ascos a la tarta cuando veían que ésta ensuciaba y que no se la podían quitar de las manos. Será que siempre he tenido niños muy escrupulosos ;) Pablo en cambio me sorprendió porque no sólo tocaba las magdalenas sino que se las comía! Tanto que al final se la tuvimos que quitar!
Me reí bastante editando estas fotos… Y es que, viendo la última, se puede ser más bonito?