Esta será probablemente una de las entradas más bonitas y especiales de este blog :)
Tengo que decir que cuando estaba embarazada una de mis mayores preocupaciones era la sesión newborn de Marco. Sobretodo que él estuviese bien (eso por supuestísimo) pero yo también para poder hacerla sin tener que pedir ayuda. Por eso durante el embarazo fui guardando algunos props especialmente para él e iba recopilando ideas. Creía que me iba a salir un dormilón, qué ilusa! Marco nació y yo estaba de maravilla (a pesar del enorme cansancio del parto, de la lactancia y de no dormir absolutamente NADA), así que dedicamos gran parte de sus primeras dos semanas de vida a hacer las fotos porque, si normalmente no son sesiones fáciles, imaginaos cuando eres tú la que tienes que alimentarlo, posicionarlo y hacer las fotos. Un bebé que no duerme y que huele la leche a kilómetros… Cada día hacíamos solo un par de sets y tardamos bastante. Yo creo que llegué a obsesionarme un poco con el tema (que le pregunten al papá, al que desde aquí le doy las gracias por su paciencia y ayuda) pero juro que respiré tranquila cuando consideré que el trabajo estaba hecho.
Si como fotógrafa he repetido muchas veces lo importante que es hacer esta sesión, ahora como mamá no me salen ni las palabras. Poder revivir como era tu niño en su primera semana de vida es algo mágico y que no se entiende hasta que no lo vives, probablemente hasta semanas después de ese momento mágico. Los primeros días los papás vivimos en una montaña rusa de emociones, aturullados por la familia, las visitas y el cansancio. Tan descolocado estás que ni te paras a vivir a tu niño, a observarle centímetro a centímetro. Cuántas veces he visto a los papás asombrados por ver tanto tiempo al bebé desnudito durante la sesión. Porque en casa todo es una rueda de alimentarlo-cambiarlo-dormirlo y vuelta a empezar. Y ese tiempo de ‘vivirlo’ que a veces no te regala la vida, te lo regalan las fotografías.
Sé que, sobretodo para la mamá, supone un esfuerzo salir de casa a los pocos días del parto. Arreglarse mínimamente, coger toooodos los bártulos que implica un recién nacido… Es un esfuerzo, lo sé. En los primeros días en los que no dormíamos nada mi motivación para levantarme y seguir era hacer estas fotos, hacerle este regalo a él (y a nosotros). Y me alegro enormemente de haberme ‘obligado’ en esos momentos de bajón porque ahora tengo un tesoro al que volver siempre. Vosotros lo tenéis más fácil. Sólo tenéis que olvidaros de todo, venir al estudio y disfrutar.
Mi osito, mi Marco bonito.